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Vacunas y modelo territorial: una mirada superficial al ‘procés’ madrileño

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Mª LUISA PÉREZ ÁLVAREZ

La irrupción a comienzos de 2020 de la pandemia causada por el SARS-CoV-2 (la COVID), originada en China aunque de fuente concreta aún inexplicada, ha puesto a prueba los fundamentos económicos y sociales de todas las sociedades occidentales, al obligarles a reaccionar de forma prácticamente inmediata y, a menudo, al margen de los paradigmas políticos establecidos.

La reacción típica en las democracias liberales ha sido la de recurrir de forma masiva a la restricción de la libertad de movimiento y la respuesta tipo de los decisores macroeconómicos asentados sobre el dogma del capitalismo liberal ha sido la de aprobar intervenciones masivas del mercado y apuntar -esta vez sí- los poderosos escudos hacia los agentes de la economía real, antes que a los de la financiera: a las empresas no bancarias (con ayudas directas, créditos industriales, limitación a las adquisiciones hostiles…) y a las familias (suspensión de pago de alquileres, sistemas de protección temporal de empleo, herramientas cada vez más similares a la renta básica universal…).

Pero con todo lo que de inédito ha tenido la reacción de los poderes políticos en esas sociedades, uno de los puntos más interesantes a analizar cuando se cumple más de un año desde que remitiese en Europa la primera gran ola de impacto sanitario causado por este coronavirus ha sido la efectividad comparada que los diferentes modelos de estado han tenido en el despliegue de las vacunas.

«La respuesta tipo de los decisores macroeconómicos del capitalismo liberal ha sido aprobar intervenciones masivas del mercado y apuntar los poderosos escudos hacia los agentes de la economía real antes que a los de la financiera»

Y es que, si las medidas adoptadas desde la primavera hasta finales de 2020 fueron fundamentalmente reactivas y se debieron tomar en un contexto limitado enormemente por la urgente necesidad, los planes de vacunación estaban ya en la mesa de diseño de las políticas públicas de cada Estado desde prácticamente el inicio. Se sabía, en definitiva, que las vacunas llegarían y se conocía a la perfección el ritmo programado en el mejor de los escenarios: figuraba en los contratos.

Con ese programa en la mano, consecuencia de la activación muy temprana y eficiente del Instrumento de Apoyo de Emergencia (ESI en sus siglas en inglés), que sirvió para cubrir parte de los acelerados costes de desarrollo de las vacunas en el sector privado y que otorgaba a cambio el derecho a la reserva-compra de millones de dosis, los 27 Estados miembros conocían con detalle los respectivos planes de entrega desde, al menos, octubre del año pasado.

En una Comunicación al Parlamento y el Consejo Europeo (la COM(2020) 680), la Comisión advertía ya entonces de que las estrategias de vacunación, cuya definición se haría forzosamente a nivel estatal, deberían tener en cuenta, entre otros aspectos, «la capacidad de los servicios de vacunación para entregar las vacunas» y los aspectos logísticos inherentes al «despliegue de vacunas con diferentes necesidades de almacenamiento y transporte», además de proponer un calendario de acciones en ese mismo sentido.

«Se sabía que las vacunas llegarían y se conocía a la perfección el ritmo programado en el mejor de los escenarios: figuraba en los contratos»

Enterrado en el ruido de los medios y las sucesivas olas, de las medidas y contramedidas de control de la pandemia y, especialmente, en la ansiedad casi paranoica por la autorización definitiva de las vacunas, estaba trazado ya el camino que hemos ido viviendo desde el pasado mes de diciembre. Estaba dibujada, incluso, la advertencia de que durante los primeros meses el paso lo marcaría, más que las estrategias, la escasez.

«El grueso de los suministros (de vacunas) está previsto que comience en abril (de 2021)». La frase, que ahora parece premonitoria, es de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyden; la fecha, el 28 de octubre del año pasado. Así las cosas, parece claro que tanto el marco (mecanismo único de suministro a nivel europeo) como el factor principal (ritmo de suministro) estaban ya fijados meses antes de que comenzase el proceso de vacunación en la UE.

Y pese a todo, el debate público en nuestro país ha sido incapaz de sosegar una cuestión tan simple: si es urgente vacunar a la población, los ciudadanos serán inmunizados tan pronto como lleguen las vacunas. ¿Fácil? No tanto.

«¿Influye el modelo territorial de Estado en el éxito en la distribución?»

A ofuscar la obviedad contribuyeron los vaivenes en los confinamientos, los efectos casi mágicos atribuidos a las vacunas geopolíticas como Sputnik y Sinovac, los efectos secundarios de sueros como el de AstraZeneca… y en España los debates sobre el papel jugado por el Gobierno central y la oposición de las Comunidades Autónomas. En particular, la postura abanderada por la acción numantina y milenarista del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Resulta obvio que estos debates fueron fundamentalmente batallas políticas ya que partíamos de un terreno de juego completamente nivelado, dado que la compra de las vacunas se ha realizado al unísono a través de la Comisión Europea y el reparto de ellas es estrictamente proporcional.

Así sentadas las bases del asunto, podemos preguntar: ¿Influye el modelo territorial de Estado en el éxito en la distribución? ¿Son los Estados descentralizados menos eficientes en este reparto? Adicionalmente, ¿constituye España una excepción?

A la hora de examinar estas cuestiones, vamos a elegir de entre la UE27 y como objeto de análisis a dos estados claramente descentralizados: Alemania y España, a los que sumaremos Italia, país que aunque nominal y culturalmente centralizado, y como consecuencia del proceso de desconcentración de las pasadas décadas, tiene entregada a las regiones la práctica totalidad de la ejecución del gasto sanitario. En el lado contrario examinaremos a Francia, paradigma del estado central, y lo complementaremos con otros dos también claramente centralizados, pues los tres concentran más de tres cuartas partes del gasto público en manos del gobierno central: Irlanda y Portugal. Todos los sistemas analizados cuentan con sistemas de salud de titularidad pública y con cobertura universal, aunque con sistemas de gestión relativamente heterogéneos.

Dirijamos ahora la mirada a las estadísticas de vacunación comparada de estos seis países, tomando como referencia el porcentaje de población sobre el total, desde el inicio sincronizado de los programas de vacunación, el 27 de diciembre de 2020, hasta el pasado 9 de mayo (última fecha con reporte completo de todos los países analizados en el momento de escribir esto).

IMAGEN: Dato diario de porcentaje de población total con al menos una dosis de vacuna contra el SARS-CoV-2. 27 de diciembre de 2020 a 10 de mayo de 2021.

Lo primero que llama la atención en la gráfica es que el pronóstico de von der Leyden aún no se ha trasladado al porcentaje de vacunados: el ritmo de crecimiento es prácticamente constante desde comienzos de febrero y hasta finales de abril, con una cadencia que cada mes duplica el porcentaje de población vacunada en el anterior.

Respecto a nuestro particular análisis, la conclusión es casi inmediata. Con unos inicios poco significativos por lo que respecta al ranking de países más vacunadores, las curvas de los seis Estados observados se pegan unas a otras hasta que, en torno al 15 de abril pasado, comienzan a separarse ligeramente. En el momento de escribir estas líneas, sólo dos de los países analizados se han separado claramente por encima de la media de la UE27: Alemania y España. Italia y Portugal se adhieren al promedio, mientras que Irlanda y Francia van claramente por debajo de esa media.

«Todos los sistemas analizados cuentan con sistemas de salud de titularidad pública y con cobertura universal, aunque con sistemas de gestión relativamente heterogéneos»

Si hubiese que sacar conclusiones en esta foto necesariamente intermedia y provisional, y pese al estrecho margen que separa unos de otros, no parece que los Estados descentralizados lo estén haciendo peor que los centralizados, sino más bien al contrario.

Y lo que es más importante: el vituperado sistema autonómico de España está administrando las dosis recibidas, con el paraguas de compras y distribución de la Administración General del Estado y la ejecución de las Comunidades Autónomas, mucho más rápido que ninguno del resto de los grandes estados miembros de la UE27 tanto en la pauta de dosis simple (segunda posición, como hemos visto) como en la pauta completa (primera posición, muy por delante del resto).

IMAGEN: Dato diario de porcentaje de población total con pauta completa de vacunación contra el SARS-CoV-2. 27 de diciembre de 2020 a 10 de mayo de 2021.

La conclusión global es, además, la más obvia. Si a algo se parece la forma de la gráfica de vacunados, y no sólo en los países analizados, sino en todos los de la Unión, es a la de su precursor: el número de vacunas previamente suministradas por las farmacéuticas, aunque con el lógico decalaje temporal entre la recepción de la vacuna en los centros logísticos y su inoculación final.

IMAGEN: Dato acumulado de vacunas contra el SARS-CoV-2 por cada 100 habitantes recibidas, desglose por estado. Semana 52ª de 2020 a semana 18ª de 2021. Fuente: European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC).

Se puede ver, de hecho, cómo la recepción de vacunas en términos comparables se ha acelerado de forma clara en todos los estados miembros en la última semana reportada al ECDC (semana 18, la primera de mayo), y es lógico esperar que este punto de inflexión que anticipa la aceleración en el ritmo de producción de los principales suministradores tenga su reflejo en las vacunas administradas en las próximas semanas y dé cumplimiento, esta vez sí, a la predicción de la presidenta de la Comisión.

No parece pues que pueda sostenerse, por ahora, y con los datos disponibles, que el modelo territorial descentralizado sea un factor que lastre el éxito en los procesos de vacunación ante el Sars-CoV-2, y probablemente convendría analizar con más detalle qué factores pueden estar detrás de un comportamiento aparentemente mejor de los sistemas de salud pública en los estados federales o cuasifederales como el nuestro, incluyendo además en el análisis los modelos concretos de gestión utilizados.

Lo que sí puede concluirse, sin ningún género de dudas, es que el éxito evidente del sistema territorial español está pese a todo siendo objeto de frecuentes embates de deslegitimación que se producen casi siempre desde abajo y hacia arriba, y la gestión del suministro de las vacunas es probablemente uno de los mejores ejemplos de ello, limitada como ha estado no sólo por la necesidad, sino también por la tecnología… y el mecanismo único de compras europeo.

«No parece que pueda sostenerse por ahora que el modelo territorial descentralizado sea un factor que lastre el éxito en los procesos de vacunación ante el Sars-CoV-2»

Estos ataques provocan daños autoinfligidos a la autonomía de las Comunidades, fragmentando aún más la comprensión de España como conjunto político coherente, y lastran y dañan irremediablemente la imagen que de la vida política española se tiene en el exterior.

Abundando en la Leyenda Negra, pero desde Madrid, ponen en peligro la estabilidad institucional al alimentar pasiones que nunca podrían ser satisfechas, y normalizan en la vida política herramientas inaceptables como las utilizadas en el procés de 2017. Vacunémonos por eso cuantas veces sea necesario contra ellas, con datos.

 

Mª Luisa Pérez Álvarez pertenece a la Escala Técnica de Gestión de Organismos Autónomos y es preparadora de ETGOA y de CGACE en SKR. Actualmente ocupa el puesto de adjunta al director general de Migraciones. Aficionada a las pelis de Lynch y a las letras de José Saramago.

 

 

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